Si hay algo que no me gusta de mí, es la imprecisión en
momentos espontáneos que requieren una decisión rápida. Menos mal que esta vez fui
concreta, afirmativa y positiva, pues la energía cósmica del universo me daba
empujones hace tiempo para que tomara mis maletas.
La vida… las plantas, la noche, la hierva, las estrellas, los grillos
haciendo coros, el fuego ardiendo y bailando al mismo tiempo, las risas, las estrellas
fugaces, tu ambigüedad de palabras, el calor de mi cuerpo, el viento, la irrealidad,
el paisaje poco convencional, las historias, las voces, los cantos, la
guitarra, los bailes, los idiomas, tu mirada de pequeño espía, las estrellas…
tu mirada, mis ojos, tu mirada, de repente… un mundo paralelo. Y aun recuerdo
tu mirada.
Y le pregunto a la vida que es lo que me hace quererte, pues
desde que mi alma quedó repartida en el suelo luego de ser escupida (gracias
Voldemort), inevitablemente comencé a preguntarme lo que antes nunca había
preguntado, y ahora no puedo evitar buscar la respuesta ¿Por qué te quiero? ¿Por
qué mis ojos se derriten al ver a un ser que no lo siento mío? y eso, eso indudablemente
se ha convertido en mi objetivo.
El sol, las flores, tu mirada, el charango, tu mirada, la
flauta, tu voz en el fondo y como dices la palabra “mujer” sin que suene
vulgar. Y aun recuerdo tu mirada.

